A veces mi eclectiscismo musical es muy exigente y otras, no tanto. Lo que sucede es que con el paso del tiempo me quedo con música que más que cualquier otra cosa, me conmueva mi todo mi ser, me prenda y me transporte a paisajes conscientes sin salirme de mi entorno.
Y así, desde la canción más sencilla hasta la más intrincada; la voz portentosa o la menos privilegiada, la entonación o interpretación de la letra puede ser motivo de mi embeleso ante las notas musicales.
Por citar algunos ejemplos: desde esos efectos y procesos que sufre la guitarra para una versión psicodélica en cumbia de "Jinetes en el Cielo" con Los Babys salen de las bocinas, mi corazón empieza a bombear más sangre; no está de más decir que aunque he escuchado otras más versiones además de la original, esta se acerca más al concepto del tema.
El primer hit de Santo y Johny Farina "Sonámbulo" es otro tema que falta agregarlo al tracklist de mi MP3, esos deslices de la Fender slider recorren tu sistema nervioso a más no poder. Por algo será que formó parte de la banda sonora de "La Bamba" y a Stephen King lo ayudó a redactar un relato de terror ficción.
Como ustedes saben, soy aficionado de esa música que llamaban espacial y ya he oído a varios de sus pioneros: Walter Carlos, Vangelis, Isao Tomita, etc. de éste último disfruto de sus arreglos a clásicos, pero donde se voló la barda fue con "The Hut on Fowl's Legs", ahí juega con los paneos que hacen que la vista se comprometa a buscar con la mirada de donde provienen esos sonidos.
Los Beatles en su fase experimental nos presentan "Tomorrow Never Knows" donde usan de manera oficial los samplers en bucle de varias cintas trucadas, estos sampleos son cosa común en nuestros días, pero en antaño se antoja una verdadera hazaña técnica en grabaciones.
Con todo lo anterior, no sólo hay música que gira, sino otra que te conmueve las entrañas y te hace vibrar.